Reflexiones sobre la consciencia

9 de octubre de 2022
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Después de 30 años de leer y platicar sobre la mente humana con otros practicantes y maestros budistas, y claro, después de haber entrenado la mía por 30 años, he llegado a algunas conclusiones interesantes. 1- Renacimiento o reencarnación. Personalmente, creo que al morir, la consciencia deja el cuerpo, y se lleva a la mente sutil con ella. Como ya

Después de 30 años de leer y platicar sobre la mente humana con otros practicantes y maestros budistas, y claro, después de haber entrenado la mía por 30 años, he llegado a algunas conclusiones interesantes.

1- Renacimiento o reencarnación.

Personalmente, creo que al morir, la consciencia deja el cuerpo, y se lleva a la mente sutil con ella.

Como ya no hay cuerpo, no hay límites físicos para la mente/consciencia y ésta hace aquello que está habituada a hacer: si está habituada a estar en paz y ecuanimidad, pues estará en paz y ecuanimidad, si está habituada a estar en el chisme y juzgando, pues eso hará.

Y con esa mente/consciencia habitual uno crea su siguiente renacimiento, eligiendo un mundo/momento en donde las circunstancias generales, reflejan la mente/consciencia que uno tiene.

Una vez elegido el mundo apropiado, Et Voilá! aparece uno ahí como sea que las reglas de ese mundo lo ameriten.

Dentro de esta idea, creo que si uno cree firmemente que se irá al cielo y que ahí se encontrará con sus seres queridos, y la propia mente esta habituada a esa idea, pues lo más probable es que uno se vaya a ese cielo.

Pienso lo mismo para el infierno, aunque yo no creo en ninguno de los dos para mí.

Todo esto que escribí, desgraciadamente no puedo probarlo, pero para fines prácticos, es totalmente irrelevante.

Me explico.

Vivir mi vida con una mente llena de compasión, atención plena, sabiduría intuitiva, gozo, amor, ecuanimidad y desapego, puede asegurarme un renacimiento bien sabroso, si creemos lo que escribí arriba.

Pero si no creemos lo que escribí arriba, de todas maneras esa mente es una excelente mente para andar por la vida y por el mundo.

Así que decido cultivar diario esa mente, para vivir la mayoría de mis días así de cool.

Si al final de mi camino en la Tierra descubro que no hay nada más allá, pues me la pasé muy bien mientras duró el asunto.

Si resulta que después de la muerte comienza otro ciclo de vida, y que me llevo mi mente o parte de ella conmigo, pues qué buen equipaje me estoy llevando.

2- La renuncia.

Es frecuente pensar que cuando uno se va de retiro es para dejar el mundo atrás y que para realmente ser feliz uno renuncia a todo lo sabroso del mundo, como las posesiones.

Pero no, uno no renuncia a sus posesiones, no se trata de ser un monje que vive con 2 túnicas y un calzón, para mí, se trata de renunciar a la mente que se apega sin control, se trata de renunciar al hábito de fincar mi felicidad y paz mental en los objetos, experiencias y circunstancias del mundo físico.

Uno se retira de la mente caótica, uno renuncia a su ignorancia, pero uno sigue en el mundo, y replantea su relación con él, usando una configuración mental nueva.

3- El estado de Buda o de estar despierto.

Seguro habrá quienes han vivido esto como una hermosa experiencia de éxtasis místico.

Pero también estoy 100% seguro de que habemos personas que la hemos vivido más cotidiana y de a poquito.

En pequeños tragos de tomar consciencia, que terminan un día como la profunda comprensión de qué tan dormido había vivido uno, pasando un día tras otro en un estado de piloto automático lleno de hábitos neuróticos, vacíos de significado real y que traemos instalados en los genes, y que el entorno refuerza.

Ese despertar lento, lo veo como un arroyo que poco a poco se convierte en río, sigue aumentando su caudal, más amplio y profundo (metáfora de la comprensión), hasta que se convierte en un océano.

4- Las formas y los rituales son importantes, pero no son lo más importante.

Realmente no importa tanto cuántos textos budistas puedes citar o cuántas palabras rimbombantes en sánscrito puedes decir, si no estás comprendiéndolas y aplicándolas a tu vida, ya, aquí, hoy.

Aplica los mismo para los rituales.

No digo que no sirvan, sino que son una muleta, una ayuda a crear familiaridad en nuestra mente con ciertas ideas de hacer y proceder.

Hay que darle su importancia a los rituales, pero siempre cuidando que no terminen siendo más importantes que la práctica personal en el día a día.

Gracias por leer.

Juan.

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