No quiero que termine jamás.
Cuando estamos muy felices con algo o con alguien, es súper común que surja esta idea » No quiero que termine jamás» y está re-linda, pero muchas veces veces detrás de esa linda frase van miedo a perder lo que tenemos, miedo a que cambie y rechazo a la idea de perderlo. Esas ideas tras bambalinas a veces pueden crecer y volverse una fuente de tensión o estrés, incluso pueden llegar a ser un impedimento para disfrutar lo que tenemos, nos pueden poner a la defensiva todo el tiempo o simplemente ansios@s.
Cuando eso sucede un buen remedio es el desapego también, sí, no sólo aplica con lo que ya se fue o lo que no es agradable, aplica con lo que está en nuestras vidas ahora y es agradable y delicioso.
¿Cómo?
Disfruto lo que tengo, con quien lo tengo, cuando lo tengo, poniendo plena atención al evento, sin etiquetas, sin juicios, sin máscaras. Acepto que va a terminar en algún momento ( una relación de pareja por ejemplo tiene muchas formas de terminar) y no es por la ilusión de eternidad por lo que disfruto es por que las cosas y personas son y suceden como son.
Hago lo que puedo por cultivar y hacer florecer mi relación o evento, sin apego al resultado.
A mí me funciona cada vez mejor.
Ya saben…no me crean…póngalo a prueba y saquen sus propias conclusiones.
kidbuda
medita y desafía
=) Gracias por ayudarme a comprender mejor y seguir adoptando el desapego.
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Carlos: Yeah! exacto! una visión muy útil y práctica.
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Chimekin: Gracias por leer y comentar! 😀
Con el perdón de la expresión, la idea de eternidad es una «chaqueta mental» en toda la extensión del término.
Aunque eventualmente saber dejar ir es lo que nos libera, mucho se acuso al budismo/dharma de ser pesimista por pensar en un final desde el inicio de cualquier cosa, pero en lo particular, yo me quedo con esa visión 🙂
Muchas veces practicamos erroneamente un desapego selectivo a las cosas que nos son adversas o desagradables.
Pero tampoco podemos tirarnos al hedonismo puro, todo tiene un fín y hay que aprender a aceptarlo y que la vida siga su curso.
Incluso puede que lo que venga sea mejor, y si no lo es, tampoco importa por que no debemos clavarnos en eso, siempre poniendo atención en el momento presente y en lo que éste puede aportarnos. Y como siempre hay que seguir adelante.